“Madre monstruo, MISA MONSTRUO”, como decidimos bautizar este capricho, nos trae como desayuno a la cama aquella insubordinación llena de tentáculos y dientes afilados que tanto necesitamos y, a la vez, el amor apaciguante de quien siempre nos abre la puerta de su casa para rockear. Tarea que encarnará Yoto (Arg), con su personaje de diva monster-punk y un concierto de apertura, al que están también invita- dos los personajes golden de Diego Alexandre (Arg.) Cuerpos, ceremoniales y cierta ironía —que sacraliza lo cotidiano— son formas que al final alcanzan con creces a la producción de las y los artistas aquí mezclados. Artistas que —hay que decirlo— están aquí para aguar las fiestas del poder, de todo aquello que está establecido. Que tienen la manía de plantear ceremoniales sarcásticos y sacralizar lo cotidiano. Los mun- dos de Catalina White, Bárbara de Lellis (Arg), se entremezclan con la ironía política de Adrián Castaneda y Xavier Atxurra (Esp) y la poé- tica de Leonel Luna y Andrés Waissman (Arg). Entre muchos más. Esta ironía que vemos mediar, presente en los más variopintos ritua- les caseros, no esconde su mitin rebelde, insurrecto. Un sarcasmo que nos recorre la espina, nos señala la precariedad, y también, a los po- derosos y los que están debajo de estos. Una cruz de hierro, una ostia, una pava y el mate. Un plato servido. Una comida que falta en una misa de pocos. Fabro Tranchida Bilbao,